Uruguay en El Acuarista
 
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Publicado en 2007

 

 

  Historia del Acuarismo en Uruguay!

Pasado conmovedor 

Presente heterogéneo

Futuro incierto

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Uruguay en El Acuarista

Por Rosario Arijón Damiani

Expulsada de A.U.D.A.

rarijonuruguay@hotmail.com

Uruguay en El Acuarista

 

Toda la información que recabé proviene de fuente directa por entrevistas personales o telefónicas.  Tomé contacto con Adrián Castro quien aportó material sobre la década de 1950.  Este acuarista de 85 años amablemente me recibió en su casa y de lo conversado en esas visitas trata el grueso de esta nota.   

Siguiendo algunas de las pistas surgidas de nuestras charlas llegué hasta 1935.   Se conjetura que ya existían aficionados en Uruguay en los tempranos años del 1900, pero no han quedado registros dado que se trataba de hobbyistas aislados y no existía organización alguna por aquel entonces.

Fue por el boca a boca que algunos tomaron contacto y empezaron a reunirse en la casa de Gerardo Zorrilla de San Martín.  Se reunían hombres y mujeres acuaristas, y también los hijos de los matrimonios.  Inicialmente eran diez o quince y su biblia era el Exotic Aquarium Fishes de W. Innes.  No sabían nada del ciclo del nitrógeno, pero por observación llevaban el hobby adelante y con éxito.  No estaban organizados, era solamente un grupo de acuaristas amigos que se repartían los peces y compartían experiencias.  Usaban dos tipos de filtros mecánicos con guata o lana de vidrio.

Este grupo fue creciendo lentamente y pasaron a congregarse en la Asociación Cristiana vieja, la que estaba en Colonia y Río Negro.  Hacían conferencias y cada uno contaba su experiencia.  Organizaban  exposiciones con los killis que llegaban de Dinamarca.  Habían tomado contacto con un danés con quien intercambiaban peces,  el grupo uruguayo enviaba huevos de Cynolebias bellottii y Cynolebias nigripinnis y el danés mandaba huevos de Killis.

                                                   

Grupo de acuaristas, entre ellos:  Sra. de Zamano e hija, Sra. de Podestá, Sra. de San Jurjo, Ma.Valverde, Nilda Castro, Sra. de Castro, Sra. de Urruti, Susana Genta y su novio, Sr. Urruti, Sr. Carlos Domínguez, Sr. Podestá, Dr.Heber Nion, Arq.Uraga, Sr.Sanjurjo, Sra.de Guevara, Blanca Estévez, Sra. de Zorrilla de San Martín, Sr. Otto Reinickae, Dr.Luis Estévez, Sr.Daniel Guevara, Sr. Héctor Valverde, Sr. Zamano, Sr. Zorrilla de San Martín, Sr. Adrián Castro, Sr.Mouriño.

Por otro lado, a través de Otto Reinickae importaban peces de Alemania.  En el stock del grupo había Bettas, Escalares, Banderitas, Rasboras, Neones, Killis, Cichlasoma festivum, Cichlasoma severum. Cichlasoma meeki, Trichogaster, Discos, Colisas, Carassius, y se destacan Lebistes, Espadas y Platys como los más populares y los que marcaron el comienzo de la afición.  En lo que respecta a plantas acuáticas, importaban bulbos de plantas,  como Aponogeton ulvaceus, Aponogeton fenestralis y Aponogeton crispus.

En esa época no existían acuarios, ni pet shops, ni agro veterinarias.  Solamente algunos puestos en la Feria de Tristán Narvaja y fue allí donde Adrián Castro compró sus primeros peces a Romualdo Gutiérrez.

Ricardo Gutiérrez, hijo de Romualdo, tomó contacto con el hobby en 1936 cuando contaba con cinco años de edad, y Sijeto Kubota,  importador y exportador nacido en l898, le regaló algunos peces.  Romualdo Gutiérrez se entusiasmó y gracias a los buenos oficios de un ferretero amigo logró construir una pecera de chapa galvanizada y vidrio.  Fue la primera pecera de los Gutiérrez  y Ricardo todavía la conserva.  

Romualdo, panadero de profesión, debió abandonar su actividad por alergia a la harina, en aquel entonces no se sabía nada sobre alergias.  Padre e hijo, grandes amigos, comenzaron a reproducir peces tropicales y un comerciante que vendía en la Feria de Tristán Narvaja los visitaba y les compraba ejemplares adultos de Espadas a 20 centésimos la unidad.  Por casualidad, los Gutiérrez descubrieron que sus peces eran revendidos luego a 1 peso cada uno, y dada la situación financiera precaria que vivía la familia, decidieron poner su propio puesto en la Feria.  Según cuenta Ricardo,  cambiaron la política cerrada que existía en aquella época entre los feriantes y, ante la desaprobación de algunos, rompieron el silencio y empezaron a enseñar a los aficionados que les compraban.  El saber resultó en un auge del acuarismo, los Gutiérrez llegaron a tener dos camionetas en la calle y no daban abasto para atender a sus clientes.   Esto prueba que la difusión del conocimiento siempre es fermental y promotora de nuevos desarrollos.

Tanto Adrián Castro como Ricardo Gutiérrez recuerdan a los barcos que visitaban el puerto de Montevideo como fuente inapreciable de recursos para el hobby.  Los tripulantes tenían sus camarotes transformados en verdaderos acuarios llenos de diferentes especies de peces y traían y llevaban de puerto en puerto.  Cuenta Gutiérrez que en 1955 existía una línea de barcos holandeses con tripulación china que hacía el recorrido Tokyo-Buenos Aires. Paraba en Montevideo, San Pablo, El Cabo, Isla de Madagascar y seguían subiendo y tocando todos los puertos hasta llegar a Tokyo. A los tripulantes de los barcos se les pagaba muy poco, comían arroz y pescado, pero en compensación se les permitía el contrabando.  No solamente vendían peces sino también nylon y radios.  Los oficiales comerciaban además con marfil y perlas.  En los camarotes de 3x3 dormían cuatro o cinco tripulantes.  Al entrar no se veían los peces pero se oía el ruido de los motores que oxigenaban con mucha fuerza las peceritas metidas dentro de los armarios donde se guardaba la ropa. Había miles de peces en los barcos. Al principio,  los tripulantes no solamente vendían en el puerto de Montevideo sino que también compraban peces autóctonos como Cynolebias y Viejas de Agua, pero después pasaron a comprar en Brasil donde los precios eran más bajos.

Del grupo de acuaristas que se reunían en casa de Zorrilla, Mouriño fue el único que logró reproducir Escalares y Gerardo Zorrilla era el único que tenía acuario marino.  El agua la conseguía en la playa de Punta Carretas, y por observación, sabía perfectamente qué día era propicio para recolectar agua.   Entrevisté a Alberto Mora, su sobrino, que lo recuerda con añoranza y cuenta que su tío era un gran naturalista nacido en 1883.

Gerardo Zorrilla de San Martín fue el primer presidente de C.A.D.U., Centro de Acuaristas del Uruguay. Lo acompañó como secretario Daniel Guevara quien en los principios fue el gran impulsor de todo.  Y Adrián Castro, el mismo que hizo posible esta nota, fue el primer tesorero de C.A.D.U.

                                                          

Despedida al Sr. Alexander, Embajador Cultural de Inglaterra, que se iba designado a Roma.  Fue por 1956.  El Sr. Alexander era un invitado especial en C.A.D.U.

En C.A.D.U. no había socios y por lo tanto no se cobraba cuota social.   A los comerciantes, que no integraban el grupo de aficionados, igualmente se les permitía asistir a las conferencias y adquirir conocimientos.

Esta recorrida por tiempos dorados despierta una fuerte nostalgia.

Actualmente en Uruguay existen dos asociaciones de acuaristas que se atribuyen una còmoda representatividad. Ninguna de las dos defiende debidamente al aficionado y a los intereses puros del hobby, y  mucho menos se arriesgan a dar batalla para lograr condiciones más favorables para el desarrollo del acuarismo en nuestro país.  Tanto en A.U.D.A como en C.A.U militan demasiados que han hecho de la cosa su oficio.  Algunos comerciantes campean por las comisiones y tienen  rol activo y poder de decisión sobre los destinos de las instituciones.  Y como es de lógica y por regla general, primero están los intereses comerciales.  Hace ya algunos años que el hobby organizado en nuestro país viene cayendo como en tobogán hacia un charquito de intereses egoístas.  

El Dr. Álvaro Lasa, Encargado del Área de Sanidad de Organismos Acuáticos e Inspector Veterinario Oficial de la DINARA, me informó que en los dos últimos años no ha habido importaciones de peces ornamentales y tampoco exportaciones de peces ornamentales reproducidos en cautiverio en nuestro país.  Como complemento de esta información,  sepan que en el año 2005 hubo una única importación y la anterior a ésta fue otra importación solitaria en el 2003.

Pero los peces ornamentales entran y salen de Uruguay como Perico por su casa.  Principalmente entran, y en este tráfico ilegal están involucradas las aduanas de Uruguay, Brasil y Argentina.  El contrabando siempre existió, pero se ha vuelto tan abusivo que ha hecho tambalear a la producción nacional y trajo notable decadencia en la oferta al público.  Como reza el dicho: La desmesura al frutecer granó en la espiga del error.  Esta situación desestimula eventuales inversiones empresariales para criar animales a gran escala  o llevar a cabo importaciones con el consiguiente aporte novedoso para la afición nacional.  Además,  es frecuente una deficiente sanidad en los animales que se introducen ilegalmente en nuestro país. Las condiciones de hacinamiento en las que viajan les provocan un estado de stress con las consiguientes bajas defensas y propensión a enfermedades.  Entre los animales favoritos de  los traficantes están los Carassius.  Este año cierra un criadero de Carassius en nuestro país. 

El pretender terminar con estas prácticas es una utopía, pero sí sería posible controlar o coartar este tráfico ilegal que tiene fines netamente comerciales.  Bastaría que las autoridades competentes se lo propusieran.

Para no pretender de lo que no es ni ha sido,  recordamos que el fanatismo o pasión,  ha llevado a aficionados de todas las épocas, aquí y también en otros países, a tráficos ilegales de minúsculas cantidades de criaturas vivas del hobby,  con fines puramente recreativos.  Por ejemplo,  más de uno que viajó y se enamoró de algún pez en otras tierras, intentó traerlo de polizón a Uruguay nadando dentro de un termo.

Promocionar e insuflar más vida al acuarismo uruguayo no es imposible y ya se viene intentando.  Una de las vías sería reproducir a gran escala reconocidas variedades internacionales, o especies  autóctonas,  o variedades creadas y desarrolladas en Uruguay,  y exportarlas afirmando de esta manera su procedencia.

El acuarismo en nuestro país sigue teniendo un alto nivel.  Los aficionados avanzados no tenemos mucho espacio en Uruguay,  pero estamos intentando revertir esa situación.  Para que el camino no nos lleve exclusivamente hacia el exterior, ya sea para concursar, o para tomar contacto con otros que incursionan en nuestra misma área,  pero que se mueven en medios foráneos más inteligentes.

El agua que recolectaba Gerardo Zorrilla de San Martín en la playa de Punta Carretas, seguramente no estaba contaminada,  y el grupo de aficionados que se reunía en la casa de este naturalista para intercambiar conocimientos, proyectos y sueños, tampoco estaba contaminado.  ¿Cuándo se perdió, luego, el camino?  Es la gente la que hace la diferencia, su calidad humana y los fines que persiguen.

 



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